sábado, 29 de diciembre de 2007

PAISAJES: Poética Iglesia Matriz de Celendín

Por Jorge A. Chávez Silva “Charro”

Es un domingo cualquiera del verano de 1959 y la vista nos ofrece al Celendín original, con el cuadrilátero de la plaza empedrado, las veredas de los jardines pavimentados y en el centro la pila original que data de 1940. A veces, sumido en la nostalgia me pregunto ¿Qué se hicieron las piedras labradas que enmarcaban los jardines de la fuente?

(Foto cortesía del Sr. Javier Chávez Silva)

Los campesinos, como siempre, vinieron a mercar en la plaza de la municipalidad y se les observa caminando en las veredas, dos mujeres se protegen bajo la sombra de un arbolito, sentadas en el suelo a la campesina, otro grupo de tres conversan en una banca, con el manojo de paja que empezarán a tejer esa misma noche. Cuando regresen a sus hogares, buscarán de inmediato a la más experta del caserío para que les haga el comienzo y pasarán toda la semana inclinada sen las limas del sombrero. Sus ilusiiones, como las de ese domingo, se toparán contra la voracidad del negociante y regresarán tristes como siempre al lejano hogar.

El pino, quizás centenario, es apenas un árbol mediano y la Iglesia es la antigua de adobe que erigieran nuestros antepasados, con sus espadañas entejadas como campanarios y una efigie de la Virgen del Carmen tras la reja en forma de rodela que lucía en el centro. La casa característica de junto al templo está empezando a oxidar sus calaminas, quizás para imitar el color de los tejados adyacentes.

Varios curiosos observan con atención el cartel del Cine del Carmen, colgado en la esquina de don Santiago Pereyra y hurgan en sus bolsillos a ver si les alcanza para la entrada de matinée. Los campesinos domingueros conversarán toda la semana de la película que vieron en esa sala oscura que trasminaba a petróleo.

Debe ser la una de la tarde, a juzgar por la sombra que proyectan los transeúntes, y el sol arranca destellos de color en las flores de los jardines, mientras tres camiones (en esa época había pocos automóviles) estacionados en la plaza esperan su carga para partir el lunes y las maestras del jardín les dirán a los niños a la salida:

-Hoy es lunes, tengan cuidado con los camiones cuando crucen la calle.

Eran los tiempos en que sólo había luz eléctrica entre las 6 de la tarde hasta las 11 de la noche y allí están los pocos postes de alumbrado que sumían en penumbra al ámbito de la plaza y la hacían propicia para los juegos de los muchachos de entonces. Era el Celendín de nuestra añoranza, antes que vinieran manos ígnaras, que no tuvieron en cuenta la historia, y empezaron a deformar y mutilar al pueblo.

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