domingo, 5 de octubre de 2008

ESTAMPA: Las canciones del pueblo

“JÚRAME”, DE MARÍA GREVER
Por Jorge A. Chávez Silva, “Charro”
En la década del cincuenta, las canciones de la mexicana María Grever fueron un icono en la vida romántica de Celendín. La gran compositora, autora de muchas canciones célebres como “Cuando vuelva a tu lado”, “Te quiero, dijiste” y sobre todo “Júrame”, encarnó en el espíritu de un pueblo original como el celendino, que pese a estar enclavado en los Andes, carecía de tradición musical y de otras manifestaciones de otras ciudades andinas que tienen raigambre quechua o aymara.

La gran compositora mexicana María Grever.
La interpretación que de “Jurame” hiciera José Mojica, el gran tenor mejicano, antes de que tomara los hábitos y se refugiara en el convento de San Antonio de la Recoleta del Cuzco, fue el modelo en que se inspiraron los cantantes de la época, sobre todo Guillermo Agustí, el máximo exponente de la lírica celendina, en sus grandiosas presentaciones en el antiguo Salón de Actos del entonces colegio “Javier Prado” y en la célebre excursión que hicieron los alumnos con el director Eloy Arriola a la cabeza a la ciudad de Chachapoyas.
Sí, fue en 1956, en la que un grupo de futbolistas celendinos cayeron de un balcón de la plaza de armas de la Fidelísima. No obstante ello, derrotaron al Colegio San Juan y al “Igosurco”, máximo representante del fútbol local, y encandilaron a los chachapoyanos con la actuación literario musical que ofrecieron, en la que se lució el tenor celendino Guillermo Agustí con esa canción precisamente.
Yo era apenas un mozalbete que cursaba la primaria, pero percibía que en Celendín se respiraba un aire de cultura. Por entonces las familias acostumbraban a cenar a las nueve de la noche y en las conversaciones de sobre mesa en la casa de don Osías Agustí, adyacente a la Escuela 82, escuchaba a los mayores conversar de literatura, de autores como Alejandro Dumas, Ponson du Terrail y de Víctor Hugo y de novelas como “El Coche Número 13”, “La mano del muerto”, “Los Miserables”, “El Duque de Guisa” y los tomos referentes a la juventud de Enrique IV.
Se hablaba también de óperas como “La Traviata”, “I Pagliacci”, “La Bohéme” y “Rigoletto” y en una vieja victrola, de esas que tenían en su bocina la inscripción “His master’s voice” y en discos que no sé por qué me hacían recordar a las tablas de chocolate, se escuchaba a tenores como Enrico Carusso, Tito Schipa, Beniamino Gigli, Mario del Mónaco y Mario Lanza.
Como colofón de todo, antes de irme a dormir, tenía el privilegio de escuchar a Guillermo cantando “Júrame” con el acompañamiento de César Díaz en el acordeón y de Julio Díaz Dávila en la guitarra… ¡Tiempos aquellos, que no volverán!”

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