lunes, 27 de abril de 2009

CANTACLARO: Continúa la barbarie destructiva

Por Constante Vigil
Celendín

En forma conjunta, los últimos coletazos de este invierno que se resiste a terminar y algunos enriquecidos sospechosos que actualmente medran en Celendín, están precipitando la destrucción final de nuestro hermoso pueblo.
Los últimos aguaceros, que parecen ser la firma de despedida de este duro invierno, plagado de lluvias torrenciales, han originado inundaciones, desaparición de varios pueblos como Mitopampa y Yanacancha, en la comprensión del distrito de Chumuch, y han afectado Sucre y José Gálvez, cuyos campos de pastoreo y siembra se han inundado con el consecuente daño económico.

El Intihuagana se llevó al malecón.

Celendín tiene cuatro quebradas que lo cruzan rumbo a oriente, que en épocas de estío, son apenas hebras de plata, pero que en invierno nadie cruza porque en ellas corren ríos a los que se les da por crecer. Esas quebradas son Miraflores, El Dungull, Intihuagana y Chacarume, que nos separa del caserío de Bellavista. La vez pasada fue la primera la que hizo daño y hasta causó la muerte de un menor. Esta vez es el Intihuagana que nos ha hecho el desaguisado de destruir el malecón, cerca al puente, otrora un rincón paradisíaco sobre el cual algunos "vivos" han construido talleres de mecánica, ante la vista y paciencia de nuestras inútiles autoridades. Este malecón, si no nos equivocamos, data de los años sesenta y se construyó bajo la gestión del alcalde Orestes Tavera Quevedo.
Por otro lado, el caso Edyficar trae cola. Ahora, el dueño, un tal Atalaya Cruz, taguanero, que no sabemos cómo se ha enriquecido tan rápidamente, ha ordenado derruir, por encima de la cabeza de cualquier mequetrefe con humos de autoridad, la casa contigua, dejando con un palmo de narices a Gustavaro, que tenía allí un restaurant, salón de baile, cebichería, billar, etc., y que tenía aspiraciones a hacerse de la propiedad por una pigricia, como es habitual en él.

El final de la casa del conocido dirigente aprista Manuel Pérez Alva.

Con la venia de nuestras autoridades incompetentes, gente que llega con oro del pobre campo celendino, como el nuevo rico que mencionamos, vienen a deshacer a su antojo en Celendín, como si estuvieran en su ladera de Taguán. Ahora, en la casa derruida, seguramente construirá otro monumento a la "arquitectura de la cojuez", como bien ha dicho un paisano, un edificio al estilo Edyficar, sin ningún respeto por nuestra historia y tradición.
Al respecto hemos averiguado que a Ulises Linares Castañeda, dirigente de MiCelendín y representante del INC de Cajamarca, ha dejado la "chambita" con que lo callaron en la municipalidad y se ha ido en busca de mejores propuestas económicas en Cajamarca. No podemos decir, ¿y ahora, quién podrá defendernos?, porque el sujeto tampoco hizo gran cosa. De lo que podemos estar seguros es que no podremos contar con el regidor encargado de este menester, Napoleón Jáuregui Barboza, pues se dice en el pueblo que estaría lucrando con las licencias otorgadas a estos salvajes atilas.
Llamamos la atención de las fuerzas civiles, a los organismos defensores de los derechos del pueblo, a las fuerzas sindicales a unirse para frenar esta ola de destrucción. No llamamos a la defensoría de Derechos Humanos porque su auntonominado jefe, el abogado recibido en la Universidad Pontificia de Azángaro, Félix Horna Llanos, tiene la costumbre de alinearse con los enemigos de Celendín. Y encima tiene el descaro de postularse para la municipalidad provincial. Ya sabes, celendino, en las próximas elecciones dile ¡No! al mono y a sus compinches.

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