martes, 20 de abril de 2010

NASHERIAS: Reventando cohetes

Por Crispín Piritaño.
En el habla celendina, la expresión “reventar cohetes”, tiene varias connotaciones, desde la más excelsa que significa enamorar a una muchacha a punta de piropos ingeniosos, hasta la mas ruin, que señala un oficio bajo: la lambizconería rastrera.
Reventarle cohetes a la Dulcinea que nos tiene encalabrinados es un oficio de caballeros medievales e implica acciones que van desde esperarla a la salida de la misa hasta la serenata que la obliga a dormir con el recuerdo de nuestra imagen. Acompañar a un reventador de cohetes romántico es una lección de vida porque es el refinamiento del instinto primitivo de perpetuación de la especie.
En cambio, nadie que esté en su sano juicio acompañaría a reventar cohetes al Ministro de Defensa Rafael Rey Rey pues todo el mundo sabe que jamás le reventó cohetes a una señorita, porque está blindado por la castidad ante las tentaciones de la carne y seguramente fue un niño sobre protegido por una madre que jamás le permitió reventar cohetecillos, ni siquiera por navidad. En su madurez tuvo que aprender a reventarlos solo, obedeciendo al instinto de supervivencia, como lo demostró cuando le reventaba cohetes al japonés Fujirata y ahora hace lo mismo con Crazy Horse, de quién lame la mano que antes pretendió morder.


Que Rafael Rey jamás reventó cohetes en alguna fiesta pueblerina, ni siquiera valiéndose de una botella, lo prueba el hecho de su última demostración con los misiles israelíes “Spike”, que supuestamente debían recorrer 4 kilómetros y el que reventó el inefable ministro lo hizo a 50 metros de donde estaban, vestidas de rangers, con camuflaje y pintarrajeo de caras, como si asistieran a una fiesta de disfraces, las congresistas Luisa María Cuculiza, Mercedes Cabanillas y la hija de Romulito León Alegría.
Nos preguntamos extrañados ¿Qué hacían estas damas en una prueba de misiles? ¿Qué hubiese pasado si deveras sucedía lo irremediable? ¡Qué gran pérdida para el Perú! Imagínense, las susodichas congresistas, el casto ministro y de yapa el general Otto Guibovich, comandante general del ejército… ¡El Perú quedaba indefenso! ¡Dios mío, no quiero ni pensarlo!
En el tole tole que se armó y a los gritos de ¡Sálvese quién pueda! y ¡Cuerpo a tierra! Y como todo estaba a oscuras, los que huían despavoridos confundieron con una roca a Meche Cabanillas, que estaba tirada cuerpo a tierra, y la pasaron por encima causándole serias lesiones en el hombro de las cuales, menos mal, se recupera.
Israel nos ha agarrado de cholitos vendiéndonos chatarra a precio de marfil. Cada uno de estos juguetitos cuesta nada menos que entre 50 y 80 mil dólares y no sirven para nada. Decididamente el Perú es un país con mala suerte; no por lo que malévolamente pueden pensar en el sentido de que no se hubiera perdido gran cosa si el misil reventado por RRR les daba pasaporte a los asistentes a la exhibición del Ministro, sino por que siempre pasa algo cuando se trata de adquirir armamento para la defensa nacional. Pasó con los aviones Mirage en el primer gobierno de Crazy, con las armas que compró la mafia fujimontesinista durante la guerra con Ecuador, lo mismo con los tanques chinos y ahora con los misiles.
¡Hasta cuando la mala suerte, Dios mío!

¡SOLANO OYARCE, DEVUELVE LA CALLE QUE LE ROBASTE A CELENDIN!

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