jueves, 28 de abril de 2011

OPINION: La tan mentada Libertad de Expresión

Por Franz Sánchez
Dicen que las palabras usadas reiteradas veces, a modo de disculpas, se desgastan hasta devaluarse a niveles descoloridos. Eso es lo que sucede en nuestro país con el tema de la “libertad de expresión”.
Haga un simple experimento, compare las portadas de los diarios, las noticias de la televisión, y en la radio. Notará que cada medio de comunicación agota esfuerzos por inclinar la balanza de la determinación política, o preferencia electoral del receptor, faltando el respeto a la sociedad, a la profesión, y a sus empleados (para no llamarles periodistas). En consecuencia, estos medios de comunicación ya no son canales viables para la población, sino tentáculos adyacentes para los políticos. El problema no es que dejen de ser objetivos, sino que finjan imparcialidad mientras difunden información sesgada.

La sombra ominosa de "El Comercio" amenaza a la población peruana utilizando el arma del miedo.

El asunto no es la nula objetividad de estas empresas de comunicación, sino que su comprobada subjetividad responda a “miedos”, y no a simples convicciones. Y, mientras exista confusión entre lo uno y lo otro, la población continuará sumergida en el dilema de la indecisión.
Fíjese, cuando los periodistas opinan sobre las censuras a la “libertad de expresión” (con el libreto “neoliberal” bajo el cogote), siempre citan a Venezuela, y al famoso cierre de RCTV (Radio Caracas Televisión) un canal que apoyó un golpe militar el 11 de abril de 2002, contra el gobierno de Hugo Chávez (que vaya, a muchos nos cae mal) pero que fue elegido democráticamente por el pueblo venezolano.
Un medio de comunicación, no puede instar a un golpe contra un gobierno elegido, por ser esta acción anti-constitucional, anti-democrática, y estar en contra de los principios éticos de la labor periodística. La presión del sector empresarial, que no estaba a favor de las reformas sociales de Chávez, pasó la factura a estos serviles medios.
RCTV, y otros medios de capitales extranjeros, no solo instaron el golpe, sino que apoyaron e instigaron la sublevación de un reducido sector militar. Y en simultáneo a la acción de las fuerzas golpistas que asesinaban a ciudadanos en las calles, estos mismos canales transmitían dibujos animados.
Una vez repuesto Chávez en el poder, jamás se interrumpió el funcionamiento de RCTV, a pesar que la población eufórica decía en la calles “¡RCTVAS!”. Al contrario, el canal siguió “operando” a favor de intereses extranjeros (norteamericanos), sin que sufriera amenazas a su “libertad de expresión” ¿Entonces cómo se cierra RCTV?, simplemente no tuvo derecho a una renovación “gratuita” de la licencia. Ciertos medios de comunicación gigantes, no pagan ningún tipo de impuesto sobre el uso que hacen, de nuestro espectro (porque el cielo es de todos), se renuevan sus licencias a costo cero, mientras que a empresarios jóvenes de radio o a las comunidades indígenas que quieren formalizar un medio, se les cobra hasta por el derecho de libre antena. Supongamos que usted va a un restaurante con su familia, le sirven carne malograda, agua contaminada y sucia. Usted consume aquél desperdicio sin saberlo, con el riesgo de adquirir alguna enfermedad (lo mínimo que esperaría recibir de parte del establecimiento, es una indemnización, o por lo menos una disculpa). Luego el gobierno cierra el restaurante por atentar contra la salud, ¿usted diría que están violando “la libertad de alimentación”?
No se viola la libertad de expresión cuando se intenta regular el contenido de los medios de comunicación, que al igual que los malos restaurantes “sirven información podrida” a las personas, afectando su salud “intelectual”. El problema es quién puede regular medios en el Perú, que pueda demostrar neutralidad como institución. Ese es otro asunto.
Es fácil decir, como lo hacen muchos periodistas peruanos, “Chávez dictador”. Qué valientes se les ve, cómo defienden la libertad... pero de lejos. ¿Alguna vez escuchó a alguno de esos mismos periodistas que se rasguñan y se dan de azotes en la espalda por la democracia, pronunciarse en contra del sanguinario Muammar Gadafi y sus 40 años de carnicería en Libia, del genocida George Bush y sus guerras inventadas e invasiones terroristas, o del propio Alan García y su responsabilidad sobre las muertes en Bagua y de la censura de radio “La Voz de Bagua”?. ¿No, verdad?
Han sido despedidos Patricia Montero y José Jara del Canal N, cuya línea editorial es manejada por el Grupo “El Comercio”, y que según informaron otros periodistas, estaría interesado en imponer una postura “fujimorista” por “el bien del país”.
Los primeros en pronunciarse, más por un espejismo inmediato de apariencias, que por convicción propia, fueron: Rosa María Palacios (en el papel de indignada) y Raúl Tola (protagonizando al hermano periodista solidario). Lo extraño es que ambos continúan trabajando para ese mismo grupo, abiertamente censurador.
En su artículo publicado en “La Republica”, Raúl Tola detalló los motivos del despido injustificado y abrupto «por la decisión del Grupo El Comercio de disciplinar a sus medios para apoyar informativamente la campaña de Keiko Fujimori». Y como cierre de opinión, finalizó diciendo: “renunciar es dejar el camino libre”.
Demasiada explicación, por qué hacer tan extenso el artículo, ofreciendo su apoyo incondicional, solidarizándose con los colegas censurados. El artículo de opinión de un noble y digno periodista indignado que trabaja en la misma casa de comunicación, debió ser del tamaño que ocupa, una sola palabra en mayúsculas: RENUNCIO.
Pero es como pedir peras al olmo. Los defensores de “la libertad de expresión” en nuestro país son comprobadamente pusilánimes, tienen miedo de contradecir al “jefazo”, pues llevan el corazón escondido en un compartimento de la billetera. Hablar mucho de la tan mentada libertad de expresión, es solamente, cobardía pura.

¡SOLANO OYARCE, DEVUELVE LA CALLE QUE LE ROBASTE A CELENDIN!
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