viernes, 20 de julio de 2012

SIN TAPUJOS: En defensa de nuestro “Legañoso”

Por Jorge A. Chávez Silva, "Charro"
En una reunión de paisanos he comentado las diatribas y ataques que, por defender a quienes seguramente le pagan, hace el periodista Jaime de Althaus contra las justas protestas de los cajamarquinos, poniéndoles el rótulo de extremistas y opuestos al “progreso” y a la “modernidad”. A tanto llega su servilismo vergonzante que, en una entrevista que le hizo al padre Gastón Garatea sobre sus getiones en Cajamarca, y al escuchar la versión de éste sobre la personalidad de Gregorio Santos, no pudo ocultar su disgusto, pues contradecía diametralmente la imagen que Althaus proyecta: la de un tipo atrabiliario, fanático, opuesto al paraíso del "progreso", extremista; en suma, un monstruo al que hay que eliminar si queremos que el Perú avance. Garatea contaba que Santos había demostrado ser todo lo contrario que difunde la prensa parametrada.

Nuestro entrañable "Lagañoso". Caricatura de "Charro"
Uno de los amigos con quiénes conversaba, indagó :
-¿Cuál es ese Jaime de Althaus? ¿Un medio traserudo  que se parece al Legañoso?
Creo que el amigo esperaba todo menos la manera como reaccioné:
-¿Cómo es posible que hagas semejante comparación? Nuestro Legañoso, pese a las limitaciones que tenía, por sabe Dios qué causas, era un hombre en el sentido amplio de la palabra, que enfrentó los avatares de la vida con los pocos recursos que tenía, que jamás cometió la bajeza de mendigar, ni esperar mendrugos del poderoso, un hombre que jamás inclinó la cerviz en señal de sumisión y jamás se hubiera podido esperar de él que sirviera de instrumento a la distorsión de la verdad. Alfonsí, como llamábamos a nuestro “Legañoso”, encarnaba en cierto modo el espítitu del celendino, tal como lo cantamos en nuestro carnavalito: honesto, honrado y trabajador. 
La imagen de agresividad del “Legañoso” que tenemos los celendinos que éramos niños en su época solo era una máscara con la que se defendía de lo que él consideraba una agresión de los muchachos, pero en el fondo de su alma había una ternura infinita hacia todos sus paisanos. Lo prueba el hecho de lo bien que se llevaba con la gente mayor, las bromas dimes y diretes en que se enfrascaba con algunas personas que considerba de su círculo de amigos. Lo mismo puede decirse de su jovialidad con las señoras. Yo recuerdo algunas conversaciones que sostenía con mi madre, a quién incluso le contaba cuánto había obtenido ese día cargando sus maletas y hasta lo que pensaba hacer con ese dinero. Nuestro Alfonsí era un ser desdichado de quien los muchachos hacían escarnio y burla. Los niños normales de todas las épocas suelen ser crueles. El bullying, que tanto llama la atención ahora, ha existido siempre, con otros nombres menos rimbombantes pero con la misma terrible eficacia.
La comparación simplemente carecía de todo sentido. El tal sosías es todo lo contrario. Podrá tener salud y fortuna, pero es el más claro ejemplo del periodista mercenario, sin principios, que está disponible para cualquier causa o cliente, por más injusta o ruin que fuera, Un tipo que va por donde sopla el viento y es además, como lo afirma el maestro Crispín Piritaño, un director de orquesta desafinado que en general conduce a unos ejecutantes que, como los músicos de la aldea, siempre interpretan un sonsonete desafinado y aburrido.
 Así, pues, tengo que protestar por una comparación que me parece desde todo punto de vista equivocada, tal como las opiniones y deseos malévolos del seudo periodistas de que Conga vaya, no importa que cinco mártires hayan ofrendado su vida en defensa de su derecho a beber agua pura y a dejar a sus hijos un mundo sin destrucción de la naturaleza y sin contaminación.

¡FUERA YANACOCHA DE CELENDIN! ¡CONGA NO VA, Y NO VA!


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