miércoles, 10 de julio de 2013

SIN TAPUJOS: El mega proyecto Chadín II

La realidad que oculta Odebrecht en complicidad con el gobierno.
Por Jorge A. Chávez Silva
La naturaleza privilegiada en que se encuentra enclavada la provincia d Celendín, tan plena de recursos y posibilidades de adelanto, no solo de la región, sino del Perú entero, ha permitido que los ojos ávidos de muchas transnacionales se posen en nuestras riquezas y pretendan explotarlas a como diera lugar. Si hacemos un repaso ligero sobre estas riquezas mineras podríamos nombrar al caolín que explotaba Cerpac, sobre el cual nunca se dijo, ni se recibió nada; la piedra caliza del cerro Jelig que en cierta época se explotó en los hornos del caserío de Santa Rosa; luego el oro de Minas Conga y actualmente el enorme potencial que tiene el río Marañón en su avance por la provincia de Celendín.
Precisamente sobre este recurso, la empresa brasilera Odebrecht ha desarrollado el mega proyecto Chadin II para aprovechar el potencial del río Marañón y la presencia del cañón que forma en su avance para construir una presa de 175 m. de altura, que ocupará un área de 3600 Has. de terreno de cultivo en los valles aledaños al río. Según Erlon Arfelli, director de Odebrecht, la hidroeléctrica generará 600 Mw de potencia, lo que lo que convertiría en el segundo en importancia después de la hidroeléctrica del Mantaro. El monto de la inversión, según algunas fuentes, es de 600 millones de dólares y según otras es el doble.
Es indudable que las posibilidades para Celendín, en el papel, son ventajosas, pero hay que tener mucho cuidado, analizar las posibilidades y desventajas de un mega proyecto de esa envergadura que, sin lugar a dudas, afectará de una u otra manera a Celendín. Lo que nos pintan los heraldos de las transnacionales es color de rosa, tal como lo hicieron en su oportunidad los amigos de Apac, pregonando las ventajas que traería Yanacocha en Minas Conga y al final la población ha comprobado que la realidad es otra.
Y no se trata de oponernos por el mero hecho de hacerlo, sino de exigir las cartas sobre la mesa, sin dobleces: El estudio socioambiental y de sustentabilidad del proyecto dice que en la zona de embalse hay poca ocupación poblacional, no hay actividad económica, ni transportes, ni comunicación y que la presa beneficiaría a la región con el canon energético y la implementación de carreteras y el desarrollo de actividades productivas y puestos de trabajo. La realidad en este estudio es a medias: Por un lado es cierto lo del canon energético, el desarrollo de algunas actividades productivas y puestos de trabajo temporal. Lo que no es cierto es que la zona tenga poca ocupación poblacional, ni desarrolle actividades económicas. Solamente hay que tener presente que el tan mentado y sabroso chocolate celendino, del que tanto nos ufanamos, proviene de los valles que el agua cubrirá, como son los casos de San Lucas Grande, San Lucas Chico, Tupén Grande, Tupén Chico, Mendán, ubicados en el distrito de Pisuquia, provincia de Luya, departamento de Amazonas, cuyos propietarios en el pasado fueron en su mayoría celendinos. También es cierto que junto a los cacaotales y frutales están los sembríos de coca cuya existencia deben explicarla los organismos estatales designados para eso.
Tampoco se tiene en cuenta a unas 6 000 personas que viven en la zona, ni que se tendrá que reubicar a 21 comunidades ubicadas en los valles bajos, dentro de los 32 km, de embalse que tendrá la represa. ¿será justa la indemnización que reciban a cambio de perder sus tierras y sus cosechas? Ni tampoco se dice nada del impacto ambiental que afectará al clima de la zona, ni de la reaparición de enfermedades como el dengue y la malaria por efectos del embalse de las aguas.
Algo turbio se cocina detrás de este panorama optimista que presenta el gobierno y la transnacional brasilera; de otro modo no nos explicamos el por qué en las asambleas celebradas en los distritos de Chumuch y Cortegana para aprobar el proyecto, la empresa haya tenido que traer gente de otras comunidades ajenas al proyecto, a quienes, se afirma, se les ha pagado 50 soles por su participación y el estado cómplice haya tenido que enviar tropas para acallar a los verdaderos interesados en el proyecto. Ya lo hemos sostenido en otras oportunidades, si se quiere la licencia social se deben decir las cosas claras y el chocolate espeso, aunque tengamos que lamentar que ya no lo beberemos más.




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